Es la primera vez que escribo acá y probablemente sea la última.
Ya que estamos hablando de estas cosas, debo decir que a mí me pasa algo distinto. No me cuesta acercarme, no suelo perder primeras chances con alguien que en verdad me interesa. Lo que pierdo son las grandes ligas, pierdo en el trayecto, y no porque me acobarde. Quizás porque aburro, canso, deprimo. Desgasto.
Es compleja la cosa en realidad. Me aferro a las personas y me cuesta dejarlas ir. Para algunos me vendo bajo, muy bajo. Vivo pensando en miles de hipótesis, me creo el cuento, me engaño.
Los antepongo a mí, con la ilusión idiota de que algo va a cambiar, de que las cosas serán distintas, de que todo será como antes.
En mis historias, siempre hay un maldito y anhelado antes.
Quizás porque soy un fósil. No sé. Nadie nunca me lo ha explicado. Simplemente todo cambia, y yo me voy quedando a la deriva, me van dejando fuera, me olvidan, me expulsan, y yo sigo, como un perro atrás del amo, como una sombra desagradable que se adapta a todo, menos a dejar ese camino, a dejar de ser la esclava, el depósito de las frustraciones.